...Fue un día muy especial, algo peligroso, sin duda... Porque ese día la lluvia decidió caer sin parar sobre nuestro río, el río que pasa junto a las casas de nuestro pueblo. Y cayó tanta, tanta, tantísima agua del cielo, que se salío FUERA del río...y empezó a mojar el suelo en el que estaban los árboles de naranjas y limones. Y donde también estaban las casas de las gentes de nuestro pueblo.
Ese suelo tenía mucha, mucha necesidad de agua desde hacía mucho, mucho tiempo, por supuesto; pero no estaba preparado para recibir tanta, tanta, tanta, tantísima agua en tan poco, tan poquísimo tiempo... Y como el agua de la lluvia no paraba de caer del cielo, y no paraba de salirse fuera del río porque ya no cabía más dentro de él...el suelo dijo "basta", y ya no pudo entrar más agua bajo él; así que el agua, lamentablemente, y peligrosamente, empezó a subir, y a subir, y a subir, y a subir...por encima del suelo.
Y subió por los troncos de los árboles de naranjas y limones (arriba, arriba, más arriba), y subió por las ramas de esos árboles (más agua, y más, y más); y era tanta, tantísima la lluvia que seguía cayendo, y tanta, tanta, tanta el agua que salía del río donde no cabía ni una gota más, que subió hasta las mismas copas de los árboles. Y las naranjas y los limones ya no se podían ver, porque estaban por debajo del agua que seguía subiendo y subiendo (cada vez más arriba, y más y más...).
Lo mismo pasó con las casas de las personas: desde el mismo suelo, el agua comenzó a subir por las paredes...y por las puertas de las casas...y por sus ventanas...hasta que llegó al techo de muchas de esas casas. Y también dentro de esas casas. Dentro, muy dentro. Y las personas que vivían en esas casas se asustaron un montón, porque nunca antes habían visto que el agua de la lluvia y el agua del río estuviese dentro de las casas (el agua de la lluvia TIENE que quedarse FUERA de las casas: ¿qué es eso de entrar por las puertas y las ventanas y asustar a la gente? No está nada bien, para nada.).
Así que las personas no tuvieron más remedio que subirse con las escaleras a los tejados de sus casas, para que el agua que había entrado en sus casas proveniente del río y de la lluvia que caía y caía en el suelo sin parar...no las mojase. Y para que no se ahogaran también.
Había tanta, tanta agua, que incluso debió ayudarles un helicóptero, al que pudieron subir con una escalera que les echó, para rescatarlas volando de allí, de sus propias casas, de sus propios campos, de sus propias tierras...y de su propio pueblo.
Y claro que pasaron mucho miedo con todo esto. Y claro que se pusieron muy, muy tristes con todo lo que les pasó. ¿Cómo te habrías sentido tú si el agua entrara y entrara sin parar por la puerta y las ventanas de tu casa? ¿Y cómo te has sentido al conocer esta historia?
Mucho amor, y todo nuestro apoyo y nuestro cariño a las gentes de Álora que pasaron algo más que un mal rato ese 29 de octubre. Ese día en que la lluvia se portó tan, tan, tan requetemal.